El rufián dichoso

Comedia en 3 actos de un tal Miguel de Cervantes con un muy interesante y novedoso planteamiento para la época. Una vuelta de tuerca al estilo de la picaresca con un primer acto que se acerca a las Novelas Ejemplares y donde el protagonista es un auténtico rufián en un arenal, el de Sevilla. Un territorio en el que probablemente no nos gustaría vernos metidas a medianoche en aquellos años en que el oro de América, los buscavidas y la siempre avariciosa nobleza dieron un dramático e histriónico cariz a la 2ª puerta del Guadalquivir y anticipaban la diezma de la gran peste.

Intercalando conversaciones entre los dos personajes alegóricos, la Curiosidad y la Comedia, y siguiendo los principios del nuevo teatro que tanto éxito ofreció a Lope de Vega, el rufián Cristóbal de Lugo va evolucionando, a lo largo de las 2 jornadas siguientes, hacia la santidad.

Historias, la de la juventud exprimida por encima de cualquier valor y la vejez sosegada tras todo lo aprendido, vivido y agotado, me recuerdan a la vez al punky redimido con sus achaques o a la azarosa y también muy recomendable vida de ese otro grande, Ramón Llull. Recomendable su estudio, no su repetición. Y es que moriré sin saber por qué no son ambos, Cervantes y Llull, afamados iconos en boca de todas incluso hoy en día. Si por ignorancia y brutalidad del personal o por un desastroso sistema de comunicación que ensalza no los peores, pero sí los más casposos y mediocres valores. Pero esa es otra historia.

Todo este rollo para concluir que es una muy recomendable obra y a la vez estreno de la adaptación de la compañía Teatro Kumen. Porque ni todo lo antiguo es un rollo, ni todas las stories, los reels y los tik-toks son modernidad o tienen valor alguno.